Se trata de un experimento fácil donde tan sólo necesitáis un frasco con tapa, agua y lavavajillas. Llenáis el frasco con agua hasta arriba y luego, agregáis un buen chorro de detergente para vajillas. Cerráis bien el frasco y agitáis. Podéis agitar como queráis y pronto veréis ¡un tornado en un frasco!
Esto se debe a que al agitar el frasco, el agua golpea contra los lados generando fricción. El líquido exterior (el que está contra los lados del frasco) tarda más en empezar a moverse, pero eventualmente todo el líquido comienza a girar mientras rotáis el frasco. Cuando dejáis de agitarlo, el líquido continúa en movimiento y después de unos segundo, podréis ver cómo se forma el tornado debido a que el líquido de fuera baja el ritmo de rotación mientras el líquido del interior continúa girando rápidamente.
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